Siéntete como si estuvieras en Berlín mientras te tomas un café en una de las terrazas del coqueto Paley Park,
pues hasta aquí vino a parar en 1990 un
pequeño fragmento de su célebre muro,
cinco planchas con grafitis incluidos.
La espectacularidad del hall de la centenaria Grand Central Terminal nos deja tontos,
constelaciones en su bóveda,
arquitectura para gigantes y patriotismo en
franjas y estrellas.
Allí se encuentra uno de los sitios más curiosos de Nueva York y casi desconocido para los foráneos: la galería de los susurros o the whispering gallery.
Este hall abovedado a menor escala posee la peculiaridad de que una persona puede susurrar algo en una de sus esquinas y otra lo escuchará en la esquina opuesta tan alto y claro que creerá que el emisor del mensaje
está justo detrás de ella.
El efecto viene dado por la acústica creada por el arco de cerámica, con la curvatura adecuada para que el sonido viaje a sus anchas por toda la galería.
El sitio es tan especial, que los enamorados ya se han apoderado de él, convirtiéndose en todo un as en la manga para declaraciones de amor y proposiciones de matrimonio.